La madre de mi madre tenía varios hermanos y hermanas, y una de esas hermanas tenía una hija. Cuando mi abuela y su hermana murieron en el accidente de coche, mi madre y su prima estrecharon su relación hasta ser uña y carne. Pero sus caminos se separaron pronto, aunque para ellas todo seguía igual. Visitas semanales y secretos. Hasta que su prima se casó y se fue a vivir a Israel. Al principio mantenían el contacto y se veían de vez en cuando, pero el tiempo pasó y como todos sabemos, la distancia suele acabar con las relaciones, sean amorosas o de amistad. Perdieron tanto el contacto que les dolía día a día.
Pero hace un año, y con ese cargo de conciencia mi madre me dijo que la buscase por Facebook. No la encontré. Me dijo que buscase a su marido. Tampoco lo encontré. Pero casi cuando ya se dio por vencida, se le ocurrió buscar a una de sus hijas, partiendo de la suposición de que si se había casado aún conservase el apellido de su padre.
Y así fue. La encontré. Decidimos enviarle un mensaje rogándole a Dios que fuese ella, pero al principio no contestaba, y mi madre volvió a perder toda esperanza. Pero un buen día, respondió. Y respondió que sí, que era ella, que su madre era a la que buscábamos y mi madre rompió a llorar.
Después de un año, la prima de mi madre y su marido han venido a visitarnos, uno de los reencuentros más emocionantes que he visto en la vida. Y son dos de las mejores personas que he conocido en la vida.
Gracias por haber vuelto (aunque para mi nunca os fuerais).