Y no me importó.
23 de febrero de 2018
13 de febrero de 2018
La primera vez que se me rompieron unos pantalones por la entrepierna fue subiendo al coche de mi antiguo vecino para ir a clase. Se rompieron justo cuando subía al coche y cuando sonó el roto él pensó que me había tirado un pedo. Obviamente me miró mal.
Estaba cursando 1º de bachillerato y me tiré toda la mañana intentando no subir las escaleras delante de nadie para que no me viera el coño. No sirvió de nada.
Ayer fue la 23893ª vez. Cada vez que me sentaba y me agachaba para probarme unas botas se me rompía un poco más, hasta que llegó a ser tan grande que era evidente incluso sin fijarte en mi entrepierna.
He llegado a unos límites de gordura que no me reconozco a mi misma. Como por ansiedad. Por felicidad. Por aburrimiento. Por cualquier cosa. Y así estoy, que no sé ni de qué coño me sorprendo.
Necesito un nuevo comienzo en mi vida. Hacer las cosas bien, por una vez.
Necesito cambiar, esta vez definitivamente.
Estaba cursando 1º de bachillerato y me tiré toda la mañana intentando no subir las escaleras delante de nadie para que no me viera el coño. No sirvió de nada.
Ayer fue la 23893ª vez. Cada vez que me sentaba y me agachaba para probarme unas botas se me rompía un poco más, hasta que llegó a ser tan grande que era evidente incluso sin fijarte en mi entrepierna.
He llegado a unos límites de gordura que no me reconozco a mi misma. Como por ansiedad. Por felicidad. Por aburrimiento. Por cualquier cosa. Y así estoy, que no sé ni de qué coño me sorprendo.
Necesito un nuevo comienzo en mi vida. Hacer las cosas bien, por una vez.
Necesito cambiar, esta vez definitivamente.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)