Se me llena la boca cada vez que hablo del tema diciendo que si por algún casual volviera a pasar tendría la situación bajo control, que no volvería a cometer los errores de siempre, que esta vez soy adulta y que ya no sería una obsesión.
Pero todos sabemos que miento.
Sería igual o incluso peor que en las anteriores ocasiones, pero me gusta engañarme y darme la razón como a los tontos, como si eso sirviese de algo.
Tendemos a pensar que es bueno cuando una idea te posee y te consume, cuando incluso pensarlo te quita el aire, pero no somos conscientes de que sentir eso por alguien es lo peor que nos podemos hacer, que está mal, que es dañino para nosotros mismos.
Y luchar contra ello es una tarea diaria nada fácil, que para mi, literalmente, se ha convertido en una guerra en algunas ocasiones.
Una vez escuché que para tener relaciones sanas hay que tener conversaciones incómodas, y ahora más que nunca me doy cuenta de que esa conversación tienes que empezarla contigo misma.
Y yo todavía no estoy preparada.