Un lunes a las 9 de la mañana fui al gimnasio. Tocaba un entrenamiento exigente. A los 10 minutos empecé a hacer lo que hago siempre: poner excusas para no terminar nada. Y es que es verdad, lo dejo todo a medias. Entonces, el entrenador se acercó y me dijo: "Tienes que aprender a esforzarte." Y algo dentro de mi se rompió.
Toda la vida he pensado que era paciente, que me curraba las cosas, que perseguía lo que realmente quería. Pero este año me he dado cuenta de que no. No sé lo que es el esfuerzo, ni mucho menos la constancia o perseverancia, por no hablar de la disciplina. No sé esperar por algo, no sé trabajar por algo, no sé ganarme nada. Si no lo tengo en un segundo y con el menor esfuerzo posible no lo quiero.
Hablándolo con un amigo me dijo que este era un rasgo característico de las personas caprichosas, de lo que lo han tenido todo en esta vida, de los que mimaban de pequeños con cosas materiales. Pero es que no es mi caso. ¿Será, entonces, un efecto rebote? ¿Será que al no haber tenido absolutamente nada de pequeña ahora ya no quiero tener que pelear por nada más? ¿Será que quiero ser como los demás y que me den simplemente lo que me corresponde?