MAGDALENA. -- (A Don Mendo). Trovador, soñador,
un favor.
MENDO.-- ¿Es a mi?
MAGDALENA.-- Sí, señor.
Al pasar por aquí
a la luz del albor
he perdido una flor.
MENDO.-- ¿Una flor de rubí?
MAGDALENA.-- Aún mejor:
un clavel carmesí,
trovador.
¿No lo vio?
MENDO.-- No lo ví.
MAGDALENA.-- ¡Qué dolor!
No hay desdicha mayor
para mí
que la flor que perdí,
era signo de amor.
Búsquela,
y si al cabo la ve
démela.
MENDO.-- Buscaré,
mas no sé si sabré
cuál será.
MAGDALENA.-- Lo sabrá,
porque al ver la color
de la flor
pensará:
¿seré yo
el clavel carmesí
que la dama perdió?
MENDO.-- ¿Yo decís?
MAGDALENA.-- Lo que oís,
que en aqueste vergel
cual no hay dos,
no hay joyel ni clavel
como vos.
MENDO.-- Quedad, señora, con Dios.
MAGDALENA.-- ¿Por mi desdicha os molesto,
os importuno y agravo?
MENDO.-- No, señora, no es aquesto:
es que cual flor soy modesto
y me estáis subiendo el pavo.
MAGDALENA.-- ¿Es que tan mas expreseme, doncel,
que no comprendiome?
¿No mirome? ¿No escuchome?
¿Tan poco afable mostreme
que apenas viome y odiome?
MENDO.-- Escuchela y contemplela,
vila, señora, y oíla;
pero cuanto más mirela
y cuanto más escuchela,
menos, señora, entendila.
¿Quién sois que venís a mí,
a un errante trovador,
y me comparáis así
con un clavel carmesí
que es signo de vuestro amor?
MAGDALENA.-- Trovador a quien adoro:
soy la duquesa de Toro,
la más rica de Alcover.
Tengo en mi casa un tesoro:
para amarme ¿quereis oro?
MENDO.-- ¿Para qué lo he de querer
si el oro no da placer?
MAGDALENA.-- Trovador de baja grey,
soy yo la amante del Rey,
la que reina por amor.
Mi capricho es siempre ley.
¿Quieres ser Duque o Virrey?
MENDO.-- Honor que otorga el favor
¿para qué si no es honor?
MAGDALENA.-- (Cada vez más loca).
Trovador, soy muy hermosa,
mi piel es pulida rosa
que goce y perfume da.
Soy volcánica y mimosa,
tócame y hazme dichosa.
MENDO.-- ¿Quién habla de goces ya
si el goce la muerte da?
MAGDALENA.-- Hombre de hielo, que así
responde a mi frenesí,
¿donde tu acento escuché?
¿En donde tus ojos vi?
¿Donde la tu voz oí?
MENDO.-- No sé, señora, no sé,
ni do vi, ni do os ablé.
(Adoptando una postura gallarda.)
Algún fantasma está viendo
vuestro cerebro exaltado.
MAGDALENA.-- (Retorciendo horrorizada)
¡No, sí, no, sí. no..! ¡Don Mendo!
(Reponiendose)
¿Pero que estoy diciendo?
¡Don Mendo está emparedado!
Perdonad. Tuve un repente,
mas ya pasó, por ventura.
Sin duda la calentura
trajo de pronto a mi mente
el recuerdo, la figura
de un ladrón, de un perdulario,
de un Marqués estraflario,
que, aunque noble y de Sigüenza,
por robar como un corsario
murió como un sinvergüenza.
MENDO.-- Si me quisierais contar
esa historia, gran señora,
pudiérela yo glosar.
me encanta!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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