10 de marzo de 2013

Quiero vivir en un lugar en el que siempre haga mal tiempo y esté lloviendo, que no salga el sol y que en verano no haya calor. Que haya árboles altos que me den sombra y en otoño que se les caigan las hojas amarillas y la lluvia las moje.
La casa tendría dos pisos, en el de abajo un salón con chimenea a doble altura; y en el de arriba las habitaciones, con el techo como si fuesen buhardillas. Un patio enorme y un mesón con bodega repleta de vinos caros y viejos que abrir cada domingo para celebrar lo que sea. Todo el suelo de la planta sería de parqué y el de arriba moqueta, para ir descalza siempre.
A parte de mi cuarto, tendría otro pequeño única y exclusivamente para mi y mis cosas, con una máquina de coser, una ventana con un poyete y cojines para sentarme a hacerles bufandas a mis hijos o para leer todos los libros que me compraré.
Tener un marido guapo, alto y elegante, que comparta mi afición por la lectura y la música, que me regale entradas a teatros y óperas y que me quiera.
Esa sería mi vida perfecta.

3 de marzo de 2013

He perdido la gracia por escribir. Eso creo.
Ayer quedé con Sara y con Moha, estuvimos en la Escapada (que raro). Vi a Miguel, y me saludó! Pensaba que me odiaba por aquel WhatsApp que le envié una noche de borrachera, pero me saludó. Aún no me creo que no me odie. Yo lo haría.
Me he dado cuenta de que eso de querer un novio, la obsesión que tenía por encontrar a alguien, es una gilipollez. Solo da dolores de cabeza y problemas.
Ya no lloro ni nada de eso. Pero no dejo de comer. Me estoy poniendo como una auténtica foca. Si me das una pelota podría tirarme al agua y hacer de morsa a la perfección, ganaríamos dinero con el espectáculo.
Hace una semana la profesora de economía puso un vídeo en el que hablaban economistas en contra del crecimiento y desarrollo del PIB, y uno contó una historieta:
Había unos indígenas viviendo en el bosque. Casi todo se basaba en el autoabastecimiento, pero cuando obtenían excedentes los vendían. Eran felices con lo que tenían y no se quejaban de la falta de nada. Un día llegaron unos misioneros para ofrecerles cambiar de vida, pero ellos se opusieron. Los misioneros querían ayudarlos para mejorar su vida y les ofrecieron unas herramientas modernas y buenas para que les costase menos producir madera, y así les ayudaban en algo para elevar el nivel de vida. Al cabo de unos años volvieron los misioneros para ver cómo les iba todo y les preguntaron si las herramientas les habían servido. Ellos contestaron que sí, que muchísimo, porque ahora tardaban diez veces menos en producir la madera. Los misioneros se alegraron y dijeron: ¡Vaya! ¡Ahora producirán diez veces más!; Los indígenas se extrañaron y dijeron: No, ¿para qué queremos producir tanto? ¡Ahora tenemos diez veces más tiempo libre!
Sé que es una tontería y que no viene a cuento de nada, pero me parece interesante y quería compartirlo.
Siento haberme excedido tanto (si es que me lee alguien).