1 de enero de 2023

 A veces como que tengo el síndrome del impostor, pero en vez de con el trabajo con sentir que merezco conocer a alguien bueno.

Está este chico que me invita a tener una cita. Vamos a un buen restaurante, disfrutamos de una agradable velada, hay risas, ningún silencio incómodo, muchos puntos en común, 0 comentarios fuera de lugar. Me acompaña al coche y al despedirse simplemente me da un abrazo. 

Mi primer pensamiento: ¿si todo ha ido bien por qué no le he gustado? 

El segundo: ¿acaso es así como debe ser en el mundo adulto y sano en el que no se te reduce a un simple objeto sexual?

Y resulta que lo segundo es lo cierto. Y me explota la cabeza.

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